Vista desde la gran plaza del pueblo mexicano de Maní, la iglesia de San Miguel Arcángel y su adyacente convento parecen una fortaleza. Con sus aguzadas almenas y sus muros defensivos del color de la tierra. Y aún sorprende más la llamada capilla abierta, una concavidad que sirve para los cultos. Así fue concebida, para que los indios no entraran en el templo católico y atendieran los ritos desde el aire libre del exterior.
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via La Escondida la marquesa
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