La memoria de los mallos de Riglos, una de las formaciones geológicas más singulares de la Península, está impresa en las enormes bolas de roca que salpican su tez caliza. Los nummulites (fósiles marinos) que se aprecian en algunos de sus icónicos bolos explican el origen de estas verticales agujas que se levantan hasta 275 metros en el Prepirineo aragonés, a 45 kilómetros al noroeste de la ciudad de Huesca.
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via La Escondida la marquesa
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